9 de febrero de 2011
Las siete lagrimas de un viejo masón
En un rincón del Templo, sentado en su banquita, mirando el Delta Luminoso, un triste y viejo Maestro Masón lloraba. De sus ojos, extrañas lágrimas le escurrían por el rostro, sin saber el porqué se las conté: fueron siete.
Con las ganas incontenibles de saber el motivo, me aproximé y lo interrogué
¿Habla, mi Viejo Maestro dile a tu eterno Aprendiz porque padeces así tan visible dolor?
El, me respondió: ¿Estás viendo a esos Hermanos que entran y salen?, las lágrimas que contaste están dedicadas a algunos de ellos.
Ø La Primera, es por esos indiferentes que no valoran la historia, el esoterismo, la liturgia y el ritual, y aquí vienen en busca de distracción, para salir ironizando, aquello que sus mentes ofuscadas no pueden concebir.
Ø La Segunda, me la arrancan esos eternos inseguros, que pretenden al desacreditar a los viejos Maestros en la expectativa de un milagro, que les haga alcanzar aquello que sus propios méritos le niegan.
Ø La Tercera, se distribuye a los malos, a aquellos que solamente asisten a la Logia para promover la discordia entre sus Hermanos.
Ø La Cuarta, es por los hermanos fríos y calculadores, que aun sabiendo que existe una fuerza espiritual procuran beneficiarse de ella, en cualquier forma y no conocen la palabra Amor.
Ø La Quinta, va a los que llegan con suavidad tiendo la sonrisa y el elogio a flor de los labios, pero si pudiéramos ver bien su semblante, veremos escrito en el rostro: “Creo en el Gran Arquitecto Del Universo, en la Orden y en mis Hermanos, pero sólo si pudiera servirme de ello”.
Ø La Sexta, se la doy a los vacíos e insignificantes, que van a la Logia buscando acercamientos para cobijarse, pero sus ojos revelan un interés diferente.
Ø La Séptima, mi amado hermano fue grande y se deslizó pesada, fue la última lágrima, aquella que vive en los ojos del Verdadero Masón.
“Que estas lágrimas, querido hermano sirvan para recordarle a los hermanos; que olvidan que existe el respeto, que existen hermanos necesitados de caridad y tantos seres humanos necesitando de el amparo material y espiritual”.
Aportación: Masonería Paraguaya, docencia 1681